sábado




















Sonrió cansada y perdida,
se abrió su boca azul.
Besó de nuevo la copa,
se marchó
y toda su luz
fue devorada por la puerta de un servicio
donde mujeres sin alma te empujan al precipicio.
Serán ciento un días
encerrada en la negrura de este bar,
yo salí a la calle y olvide pagar.
Y me marché...